En vísperas de la fecha elegida para la instalación del nuevo Parlament catalán producto de las elecciones del 21 de diciembre, la región aparece una vez más escindida en dos universos irreconciliables, los mismos que generan sus propias contradicciones internas. 

Debido a la inexistencia de una Ley Electoral en Cataluña, los comicios se siguen celebrando con sujeción a una disposición transitoria del Estatut de autonomía que asigna el número de escaños por circunscripción en función de la población existente en 1976, cuando se aprobó la actual constitución. 

La consecuencia es que el voto de las zonas rurales, donde arrasa el independentismo, tiene más fuerza que en los cinturones urbanos. Por ello, los bastiones soberanistas de Girona y Lleida se benefician en detrimento de Barcelona y Tarragona, más poblados y menos partidarios de una separación definitiva de España. Esto explica que los constitucionalistas (Ciudadanos + Partido Socialista Catalán-PSC + Partido Popular –PP) no ganen en escaños aunque sí en votos. Los catalanistas (Junts per Cataluña + Esquerra Republicana Catalana – ERC + Candidatura de Unidad Popular –CUP) suman 72 escaños aunque sólo tienen 47 por ciento de los votos. Entre ambos está Cataluña En Comu Podem (coalición que incluye a Podemos y que no es independentista) con ocho escaños pero que ya declaró que no dará sus votos ni al PP, ni a Ciudadanos.

La mayoría independentista esgrime que el derecho a decidir corresponde a la nación catalana en su conjunto. Pero quienes no desean la independencia de Cataluña (como el PSC y los Comunes que proponer revisar la constitución para avanzar hacia un Estado federal) responden con un argumento simétrico: al ser España una nación, a ella en su conjunto le correspondería decidir sobre la partida de una de sus regiones, en este caso Cataluña (pero eventualmente más adelante el País Vasco). Este es un debate que podría perpetuarse Ad Infinitum ¿Qué pasa con aquellos catalanes que no quieren separarse de España? ¿Integran o no la nación catalana? ¿o al no querer la independencia dejan de ser catalanes?

En lo inmediato las preocupaciones políticas se centran en la constitución de los nuevos poderes autonómicos en condiciones, cuando menos, irregulares. La investidura del nuevo President de la Generalitat está prevista para el 21 de enero. Este es el acto parlamentario mediante el cual se elige a un candidato para el cargo y que será el más votado. Este debe exponer su programa y luego responder a eventuales preocupaciones o preguntas de los parlamentarios. Si, tras la sesión de debate, el candidato obtiene la mayoría absoluta de votos (la mitad más uno, a saber 68 votos) es investido presidente. Si no es así, se procede un nuevo debate y una nueva votación en la que se gana por mayoría simple.

Hasta la fecha el candidato natural del independentismo parece ser el ex presidente Carles Puigdemont que sigue refugiado en Bruselas. No puede ingresar al territorio español porque sería detenido y encarcelado. Al parecer, los abogados de Puigdemont -representante de la línea más intransigente de Junts per Catalunya- han intentado establecer negociaciones secretas inclusive con el Presidente del Tribunal Supremo para permitir la presencia del candidato la próxima semana en Barcelona. Sin éxito hasta el momento y esto a pesar de haber sido elegido al Parlament con la más alta votación, inmediatamente después de la cabeza de lista de Ciudadanos, Inés Arrimadas. Puigdemont propone inclusive una investidura por video conferencia.

Pero jurar a distancia y gobernar telemáticamente no parece una buena opción. Como lo señala el jurista Francesc Pau i Vall, si Puigdemont fuera elegido en estas condiciones, el presidente del Parlament lo tendría que comunicar al Rey Felipe VI cuyos actos políticos deben ser obligatoriamente refrendados por el Presidente del Gobierno español, en este caso, Mariano Rajoy. Lo más probable es que éste no avalaría a Puigdemont y por lo tanto el nombramiento no se haría efectivo. Con lo cual se vuelve al punto de partida.

El segundo partido más votado dentro del independentismo es ERC, pero el número uno de su lista y candidato natural a la presidencia, Oriol Junqueras, sigue preso a pesar de haber declarado ante el Tribunal Supremo que está de acuerdo con la aplicación del artículo 155 (que suspendió la autonomía catalana tras la declaración de independencia) y que la vía anticonstitucional por la que optaron fue equivocada. Junqueras llegó a admitir que el independentismo debe negociar con el gobierno cualquier nueva opción para Cataluña. Aun así, su solicitud para que se ponga fin a su detención preventiva fue denegada la semana pasada. Ahora trata de obtener su desplazamiento a una prisión catalana para estar cerca de su familia y participar en el proceso político con más facilidad. Ni siquiera se sabe con certeza si podrá asistir a votar al pleno del Parlament.

El abogado de Junqueras ha destacado la contradicción existente en mantener a su defendido en prisión y sostener al mismo tiempo que no se vulneran sus derechos fundamentales. “Un diputado electo ha de poder ejercer sus funciones políticas esenciales, afirmó. De otro modo se vulnera también los derechos de quienes lo eligieron”. El letrado se ha referido igualmente a las reglas de la ONU conocidas como Reglas Nelson Mandela para reclamar que se respete su presunción de inocencia.

Independentistas y constitucionalistas se verán las caras el miércoles 17 en la apertura oficial del Parlament. Como frente a un espejo compartirán la imagen invertida de un espacio opuesto y semejante con dos lecturas antagónicas de la pertenencia a Cataluña. ¿Es posible una cohabitación en estas condiciones o se tendrá que convocar a nuevas elecciones como vaticino el líder de Podemos, Pablo Iglesias, tras los resultados de los comicios de diciembre pasado? El ERC se niega a aceptar esta opción pero aún no se conocen los candidatos/as que podrían reemplazar con éxito a Junqueras. Todos los escenarios permanecen abiertos.

(Foto: Diario16)